Manifiesto Alkarama y Al-yudur

Manifiesto: Alkarama y Alyudur

Nizar Banat, activista palestino, ha sido asesinado. Estando en custodia de las fuerzas de seguridad de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), sin acusaciones formales de ningún tipo, sin proceso ni condena: asesinado. Tras haberle privado de libertad en varias ocasiones, este defensor de los derechos humanos ha sido silenciado por la violencia autoritaria. A su vez, la reacción de las autoridades nativas a la oleada de indignación y solidaridad ha sido más violencia. Se ha reprimido y apaleado a las personas que quisieron solidarizarse con los y las allegadas de la víctima reconociendo su legado de lucha patriótica y por las libertades.

Esa entidad difusa e hipócrita llamada Comunidad Internacional ha manifestado su preocupación por los hechos. ¿De qué se preocupan Estados Unidos y sus socios? ¿De qué se lamenta Europa? Es en los llamados acuerdos de paz de Madrid y Oslo en los que fue acordada la creación de una Autoridad Indígena llamada ANP con la imprescindible colaboración de Europa y EEUU (igual que previamente habían colaborado en la creación de la entidad sionista y colonialista que nos ocupa). En este pacto entre élites, y a espaldas del pueblo, con una OLP secuestrada, se acordó la creación de un cuerpo armado indígena a las órdenes de la ANP, en una apariencia de autogobierno, y en una trágica farsa que suponía representar algún tipo de sucedáneo de la soberanía.

La Potencia ocupante supo comprender muy bien el regalo que en nombre de la paz se hacía: la resistencia palestina de ahora en adelante sería reprimida por las élites palestinas en el poder. A cambio de asegurarles una pequeña parcela de tierra para jugar a la apariencia de independencia y a cambio de grandes fortunas para unos pocos, éstas se comprometían a proteger con sus propios hombres armados al proyecto colonial israelí. La entidad sionista seguiría controlando todas las tierras, las aguas, las fronteras, toda la economía, y gestionaría directamente sus colonias. De paso se ahorraba tener que ensuciarse las manos constantemente para las cosas más nimias, haciendo que estas “autoridades cipayas” se encargaran de la represión más directa.

Esta comunidad internacional, esta suerte de protectores de la democracia y los derechos humanos, no sólo auspiciaron este acuerdo, si no que se comprometieron a financiar y armar a estas fuerzas represoras. Es precisamente la represión salvaje, la salida desesperada de los opresores.

El asesinato de Nizar Banat a manos de esta autoridad traidora y colaboracionista no es más que la gota que colma un vaso lleno de años de corrupción, de robo y de violenta represión de la resistencia palestina y de la libertad de expresión de cualquiera que se atreviera a hablar en contra de este régimen.

Las palestinas y palestinos en la diáspora alzamos la voz para apoyar a todas esas personas valientes, que defienden la justicia y la libertad de Palestina incluso arriesgando sus vidas. Nizar sabía que su vida corría peligro, como lo saben todas las personas que resisten dentro de Palestina. Es por ello por lo que merecen todo nuestro apoyo y respeto. Nosotras estamos porque vosotros y vosotras resistís.

La respuesta violenta y cobarde de los esbirros de la ocupación -que se reivindican como la Autoridad Palestina-, a las protestas y apoyo popular a Nizar y a su familia, en forma de detenciones, represión violenta de las manifestaciones, intento de extorsión y acoso a las mujeres participantes en las manifestaciones, son tácticas comunes a las de la ocupación, con la que claramente se han coordinado para tener acceso a Nizar y lograr detenerlo y asesinarlo, puesto que él vivía en zona C, controlada completamente por el ejército sionista.

Y cuando han visto por fin que esta narrativa ya no funciona, que no nos van a engañar más con esa falsa imagen de autogobierno, empiezan a apelar a la unidad nacional y a pretender expiar sus pecados montando una “comisión de investigación”.

Las personas palestinas en la diáspora alzamos nuestras voces para dejar claro que el pueblo palestino SIEMPRE estuvo unido, y lo sigue estando; para decir alto y claro que no solo sabemos reconocer a nuestro enemigo principal, la ocupación sionista, sino que además vemos sus hilos manejando a esta autoridad como sus títeres, que no tiene derecho a hablar de la unidad del pueblo porque son una amenaza directa contra el pueblo, y a los hechos nos remitimos.

Ya organizaron esos teatros llamados comisiones de investigación tras los asesinatos de otras personas activistas, farsas en las que ninguno de los y las culpables pagaron por sus actos. Y al ver que el pueblo ya no calla ante sus crímenes, prometen y prometen que buscarán a las personas responsables, y nos repiten que las protestas contra esta “autoridad” distraen la atención de los crímenes de la ocupación, sin ser conscientes de que ya no pueden seguir ocultando que sus acciones y sus crímenes son equiparables a los de dicha ocupación, y que trabajan conjuntamente para seguir colonizando al pueblo palestino.

Son estos esbirros de la autoridad, los que no ven que hemos aprendido de la desgracia de Oslo, y que no tienen derecho a mencionar la unidad popular porque ya no les pertenece. El pueblo palestino no se rinde ante el ocupante, como tampoco se rinde ante las fuerzas colaboracionistas.

No hablarán nunca más en nuestro nombre, ni la Autoridad Nacional, ni sus acólitos en las embajadas.

Alkarama y Al-Yudur, como palestinas y palestinos en la diáspora, exigimos la creación de una comisión de investigación realmente independiente, como demanda la familia de Nizar Banat.

Exigimos que la llamada “Autoridad Nacional” responda ante el pueblo palestino como responsable de la suerte de Nizar Banat y de tantos otros y otras activistas palestinas detenidas y entregadas a la ocupación por esta misma.

Exigimos que se respete la libertad de expresión del pueblo palestino.

Exigimos la liberación de todos los presos y presas políticas palestinas y el cese de la tortura y las detenciones administrativas.

Además, instamos a toda la comunidad internacional a reconocer nuestro derecho al retorno como personas refugiadas y nuestro derecho a combatir la ocupación con todos los medios posibles, como está reconocido en varias resoluciones de las Naciones Unidas.

Nuestra exigencia no es otra que el fin de la ocupación en toda Palestina.

¡Viva Palestina libre! ¡Y viva su resistencia!